Cuando prefieres bañar a tu gato o hacer la declaración de la renta antes que tener relaciones sexuales, podemos asumir que no disfrutas del sexo tanto como te gustaría. A veces, nos metemos en una espiral de cansancio y tareas que puede apagar el fuego de nuestra vida sexual muy rápido.
¿Te ha sucedido que tu pareja está constantemente animada para tener relaciones sexuales y a ti no te apetece tanto? Esta situación puede resultar frustrante y hacer que te sientas culpable pero, a veces, hay una diferencia de deseo importante en las parejas. En sexología, llamamos a esto discrepancia de deseo y es mucho más habitual de lo que parece. ¡Y completamente normal! No todos deseamos lo mismo y al mismo tiempo. Cuando las personas se ven en esta situación, a veces, terminan teniendo relaciones sexuales aunque no les apetezca para complacer a su pareja. Otras veces, muy educadamente y con mucho tacto, se dice que no (otra vez) y la pareja empieza a sentirse rechazada o a pensar que hay algo que no anda bien. Ambas situaciones suelen llevar a que los dos os sintáis resentidos, lo que debilita la relación.
Cuando no disfrutas del sexo, lo que era una expresión de amor y de intimidad, se convierte en una obligación. Y cuando te sientes obligado a tener relaciones sexuales y no las disfrutas, lo más normal es que pierdas el deseo sexual. Y, al final, el sexo se convierte en algo aburrido y poco apetecible.
A todo esto, hay que añadir que, al hacernos mayores, nuestra lista de tareas aumenta muchísimo. Siempre hay algo que limpiar o alguien a quien cuidar. Y eso también puede hacer descender el deseo sexual vertiginosamente. Muchas personas se sienten sobrepasadas, cansadas y presionadas con sus obligaciones diarias. Siempre van corriendo a todos sitios y sienten que no tienen tiempo para nada. En estas situaciones es importante ser capaz de parar un momento para darte cuenta de que estás haciendo un montón de cosas por los demás e ignorándote a ti mismo. Entonces, el sexo se convierte en algo que “se supone que tienes que hacer”, en vez de en algo que “quieres hacer”. Pensar en uno mismo es esencial para el deseo. Desear significa querer algo para ti y no para los demás. Como sexóloga en Aranjuez, he aprendido que el deseo es una motivación, te mueve para conseguir lo que quieres, pero si ni si quiera tienes un momento para saber lo que quieres, será imposible que sientas deseo sexual.
Tanto si nunca has disfrutado del sexo, como si llevas años o meses en los que ya no es lo que era, hay unas cuantas maneras para reconectar con tu placer y tu deseo. Así que, ¿qué puedes hacer si el sexo no te satisface? Aquí van unas cuantas ideas:
- Vive tu sexualidad y sensualidad: Reconecta con tu sentido del placer, con quién eres y qué te gusta. Es importante aprender a separarte de cómo te ven los demás y abrazar cómo te ves tú. Los roles que desempeñas, como el de padre/madre o trabajador puede que no sean los que más te acercan a tu sexualidad, a tu sentido del placer o al cuidado de ti mismo que necesitas para disfrutar del sexo. Las relaciones sexuales son una forma de sentirte emocionalmente cerca de tu pareja, de conectar y de disfrutar juntos. Así que olvídate por un momento de los niños y del trabajo y céntrate en ti mismo.
- Si sientes dolor o molestias durante el sexo, ve al médico. Lo primero que hay que averiguar en estos casos es si es el problema tiene que ver con tu cuerpo o con tu mente. Así que ver a un ginecólogo o urólogo te ayudará. A veces, la causa del dolor es algo tan sencillo como que necesitas lubricar más antes del sexo.
- Piensa en profundidad sobre tu falta de ganas: muchas veces, para cambiar nuestra perspectiva y percepción de la sexualidad es necesario indagar un poco en nuestros pensamientos, sentimientos y aprendizajes. Si una persona siente aversión ante el sexo, puede que haya aprendido desde bien pequeña que el sexo era algo “malo” o “sucio” y algo de lo que no se debería disfrutar. O si se aprende a asociar la sexualidad con la vergüenza de joven, puede que esa idea siga rondando por la cabeza de adulto.
- Aprende a domesticar a tu crítico interior: si te sientes mal contigo mismo, poco capaz o tienes una mala imagen corporal, tu deseo se verá afectado. Todos queremos sentirnos competentes, admirados y deseados. Cuando te sientes cómodo con la autocrítica cuesta mucho más trabajo ser consciente de qué te gusta de ti mismo y qué quieres hacer. Deja a un lado los pensamientos negativos y céntrate en vivir tu sexualidad de forma plena.
- Enciende el deseo con tus pensamientos: intenta terminar esta frase: “Me excito cuando…” Tómate un momento para pensar qué activa tu deseo sexual. Cuando creas un espacio mental para pensar acerca del placer, haces más consciente esa parte de ti y le prestas más atención. Es muy fácil pensar que la responsabilidad de nuestro placer es de nuestra pareja, pero, en realidad, sólo depende de ti.
- Conoce tu cuerpo: si no le dedicaste tiempo a esto en tu pubertad o adolescencia, ha llegado el momento de explorar tu cuerpo. Coge un espejo y mírate. Cuando conoces bien tu cuerpo es mucho más sencillo aprender qué es lo que te hace sentir bien durante el sexo. Además, aprender qué caricias o movimientos te proporcionan más placer hará que te sientas más segura de ti misma. Puede que hayas crecido pensando que el sexo solo es apropiado cuando se hace con otra persona, pero piensa que tu cuerpo es tuyo. Solo tú puedes aprender cómo funciona y lo que te gusta y lo que no. Siéntete libre de experimentar el placer de forma individual.
Todos pasamos por momentos en los que el sexo nos apetece más o menos. Es normal que nuestro deseo no siempre sea igual y que no experimentemos el placer de la misma manera. Pero si el “bache” es más largo de lo que te gustaría o te resulta preocupante, ha llegado el momento de ponerte en marcha y trabajar activamente para que tu vida sexual sea lo más satisfactoria posible.
Concédete permiso a ti mismo para relajarte, cuidarte y bajar el ritmo. Y no pasa nada si te vas a la cama con tu pareja y los platos se queden sucios en el fregadero o los juguetes de los niños estén por el suelo, ya los recogeréis más tarde. Tener una vida sexual con la que te sientas a gusto y satisfecho solo depende de ti.
Y si crees que estos consejos se te quedan cortos y necesitas algo más de ayuda, no dudes en ponerte en contacto con nosotras.
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