¿En qué se diferencia la psicología para adolescentes?
El trabajar en psicología con adolescentes tiene determinadas particularidades. Por un lado, ya no son niños a los que se les pueda obligar a hacer las cosas “porque sí” pero por el otro todavía no tienen la madurez necesaria como para que poder afrontar las situaciones tal y cómo lo haría un adulto. Es una época en la que se está formando su personalidad, y en la que es muy importante el saber cómo actuar con ellos, de manera que puedan convertirse en adultos responsables y libres de problemas. Es por ello que hay que tener todo esto en cuenta de cara a poder trabajar de manera eficaz con ellos, de manera que la terapia sea lo más eficaz y duradera posible.
Mi hij@ no quiere acudir, dice que no está loco
Esta es una situación muy común. Si bien los padres muchas veces observan situaciones que les preocupan, sus hijos no tienen conciencia de problema, considerando que los “locos” son los padres. En estos casos, hay que dejar claro que, para nada el psicólogo es un loquero, sino una persona que les puede ayudar con determinados problemas, sean los que sean.
Sin embargo, muchas veces podemos quedarnos estancados en posiciones enfrentadas, en las que los padres opinen que hay un problema y el adolescente no.En estos casos suele funcionar el negociar con ellos el que vayan por lo menos a una sesión y hablen con el psicólogo, que es una persona neutral. Ya en sesión, el terapeuta se encargará de conectar con él y proponerle trabajar algunos aspectos u otros.
¿Voy a poder saber todo lo que mi hij@ habla en sesión?
El código deontológico del psicólogo protege a todas las personas, ya sean adultos o menores, de manera que tengan la total confianza de que lo contado allí está protegido por la más absoluta confidencialidad. Por tanto, para poder trabajar, es necesario el que el adolescente tenga la total confianza de que lo que se hable no va a salir de ahí, de cara a generar un clima de confianza que haga que la terapia funcione. Lo que se hace es negociar con el adolescente de cara a qué información se da o no a los padres, pactando el que éstos estén informados de los aspectos más importantes. No obstante, si existe la posibilidad de que corra peligro, esta premisa no se da y se avisaría a la familia.