El trastorno por déficit de atención/hiperactividad o TDAH es un síndrome complejo del que todos hemos oído hablar en alguna ocasión. Como psicóloga infantil en Aranjuez, he detectado que, aunque durante los últimos años, las investigaciones han puesto de manifiesto las características clínicas de este trastorno, puede que como padres no tengamos claras las diferencias entre las conductas propias de un niño/a inquieto/a y las manifestaciones clínicas propias del trastorno. Puede que incluso nos dé miedo que nuestro hijo/a sea diagnosticado de algo que realmente no padece.
¿Cuáles son las características clínicas del trastorno por déficit de atención/ hiperactividad o TDAH?
Los niños con este trastorno manifiestan un patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere el desarrollo del niño.
Los síntomas de inatención no son un reflejo de una conducta de oposición, desafío o fracaso para comprender instrucciones. Aunque estos síntomas pueden ocurrir de forma aislada, en el trastorno por déficit de atención/hiperactividad deben manifestarse al menos seis de estos síntomas durante un mínimo de seis meses:
- Fallo en prestar atención a detalles, descuidos o errores en tareas escolares, en el trabajo y en otras actividades (no se limitan únicamente al ámbito académico).
- Dificultad para mantener la atención en actividades recreativas, como seguir el hilo de conversación o el argumento de una lectura o una película o videojuego.
- Con frecuencia parecen no escuchar cuando se les habla, incluso en ausencia de distracciones externas. Esto no solo ocurre ante tareas que les resultan desagradables, como los deberes o tareas cotidianas. Por ejemplo, no ocurre exclusivamente porque está concentrado jugando a la videoconsola.
- Con frecuencia no siguen las instrucciones o no terminan los deberes o tareas cotidianas, puesto que se distraen con facilidad, a pesar de haberlas iniciado rápidamente y de buen grado.
- Dificultad para organizar tareas y actividades y para gestionar el tiempo (preparar la mochila, recordar qué libros tienen que llevar a clase, hacer la maleta con todo lo necesario…)
- Tendencia a evitar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido (deberes, lectura…)
- Tendencia a perder objetos necesarios (material escolar, llaves, móvil…)
- Tendencia a distraerse fácilmente con elementos externos o con pensamientos no relacionados con la tarea que están realizando, a pesar de que intenten concentrarse.
- Tendencia a olvidar actividades cotidianas (deberes, tareas domésticas, recados, olvidar devolver llamadas, acudir a citas médicas o tutorías…)
Al igual que ocurría en el caso anterior, los síntomas de hiperactividad-impulsividad no son un reflejo de una conducta de oposición, desafío o fracaso para comprender instrucciones. Aunque estos síntomas pueden ocurrir de forma aislada, en el trastorno por déficit de atención/hiperactividad deben manifestarse al menos seis de estos síntomas durante un mínimo de seis meses:
- Juegan o golpean con las manos o los pies de forma frecuente, se retuercen en el asiento.
- Se levantan cuando no deben
- Corren, saltan o trepan en situaciones en las que no resulta apropiado. Los adolescentes pueden mostrarse inquietos, aunque permanezcan quietos.
- Les cuesta jugar o entretenerse de forma tranquila
- Parecen siempre ocupados, “como impulsado por un motor”. Tienen especiales dificultades en situaciones en las que se les exige estar quietos, como restaurantes, clases, reuniones…
- Hablan excesivamente
- Tienden a responder de forma inesperada antes de que se les termine de hacer una pregunta (o antes de leerla por completo en exámenes o ejercicios), les cuesta respetar el turno en las conversaciones.
- Les es difícil esperar su turno en la cola
- Frecuentemente interrumpen a los demás, se meten en conversaciones, juegos o actividades ajenas, cogen y utilizan las cosas de los demás sin permiso…
Los síntomas anteriores han estado presentes al menos 6 meses desde antes de los 12 años y se dan en dos o más contextos (en casa, en la escuela, en el trabajo, con amigos o parientes, en otras actividades…) e interfieren con el funcionamiento social, académico o laboral.
Si no es déficit de atención/hiperactividad, ¿entonces qué puede ser?
En muchas ocasiones, se tiende a catalogar erróneamente como niños “hiperactivos” o “impulsivos” a niños que simplemente son inquietos, revoltosos, impulsivos o que muestran un comportamiento inadecuado, pero ¿por qué ocurre esto?
Es importante tener en cuenta que los niños, en función de su edad, pueden ser más revoltosos de lo que nos gustaría. Dejando de lado que hay niños más tranquilos y niños más nerviosos, es normal que un niño quiera correr, jugar, gritar, trepar a diferentes lugares… Es su forma de descubrir el mundo, de relacionarse con aquello que les rodea y de desarrollarse. ¿Quiere esto decir que debemos dejarles hacer todo lo que quieran? Por supuesto que no. Un niño puede querer hacer muchas cosas, pero somos los padres los que debemos poner límites a esos comportamientos, enseñarles que hay lugares para correr y lugares para estar sentados, lugares para gritar y lugares en los que se guarda silencio.
Con mucha frecuencia, los problemas de comportamiento de un niño son consecuencia de unas pautas educativas inadecuadas o inconsistentes. Por este motivo es muy importante que los padres y familiares al cuidado del niño sepan cómo educarle y cómo imponer disciplina, cuándo dejarle libertad y cuándo no.
¿En qué consiste el tratamiento?
En el caso del trastorno por déficit de atención/hiperactividad, una buena intervención incidirá sobre los siguientes aspectos:
- Psicoeducación sobre el trastorno, tanto al propio niño, como a padres y profesores.
- Intervención sobre las dificultades atencionales, hiperactividad e impulsividad con el niño, con el fin de que desarrolle estrategias que le permitan afrontar y superar sus dificultades y desarrollarse de forma sana y completa, incluyendo el entrenamiento en habilidades sociales, pues con frecuencia las relaciones con los iguales se encuentran deterioradas.
- Intervención con los padres y profesores, instruyéndoles en técnicas de modificación de conducta, con el fin de que puedan manejar el comportamiento del niño de forma adecuada, así como en pautas que les permitan potenciar su desarrollo atencional.
Tanto si las dificultades se deben a un trastorno por déficit de atención/hiperactividad, como si son fruto de unas pautas educativas inadecuadas, es importante que los padres reciban una formación adecuada al respecto, aunque la intervención será algo diferente en función de la causa de las dificultades.
Si tu hijo tiene dificultades atencionales, es impulsivo o muestra problemas de conducta, no dudes en contactar con nosotros para que podamos ayudarte a comprender sus dificultades y a manejar su comportamiento para que crezca sano y seguro de sí mismo.
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