Puede que no hayas oído hablar de problemáticas como la discalculia y la disortorgrafía, o puede que sí, pero seguro que sí has oído hablar de la dislexia, ¿verdad? Pues bien, junto con la dislexia, la discalculia y la disortografía forman parte de lo que se conoce como trastornos o dificultades del aprendizaje. He comprobado que estos trastornos de aprendizaje son más comunes de lo que puede parecer a simple vista.
Estas problemáticas, tienen en común varios aspectos, pues todos ellos se caracterizan por la dificultad que presenta la persona que los padece para adquirir y utilizar las capacidades de escuchar, hablar, leer, escribir, de razonamiento o matemáticas. El rendimiento de los niños con un trastorno del aprendizaje es significativamente inferior del esperado en función de su edad, nivel de inteligencia y escolarización, evaluado por pruebas normalizadas. Estas dificultades se observan en el área de matemáticas, en el caso de la discalculia, y en la escritura, en el caso de la disortografía. Vamos a ver sus características con un poco más de detalle.
¿En qué consiste la discalculia?
En el trastorno del cálculo o discalculia, la capacidad para el cálculo se encuentra sustancialmente por debajo de lo esperado para la edad, cociente intelectual y nivel de escolarización de la persona, interfiriendo significativamente con el rendimiento académico o actividades de la vida cotidiana que requieren el uso de la habilidad de cálculo.
No se trata simplemente de niños a los que “se les dan mal las matemáticas”, sino que implica una seria dificultad para adquirir los conocimientos aritméticos básicos como la suma, resta, multiplicación y división. Además, puede que se encuentren alteradas habilidades lingüísticas relacionadas, como por ejemplo la capacidad para comprender términos matemáticos, comprensión de problemas escritos en símbolos matemáticos… También pueden verse afectadas habilidades perceptivas que permiten reconocer o leer los símbolos numéricos o aritméticos y agrupar objetos, así como las habilidades atencionales que permiten la reproducción de números, cifras, realizar operaciones “llevando”, tener en cuenta los signos de la operación… Habilidades matemáticas, como la capacidad para seguir secuencias de pasos matemáticos o aprender las tablas de multiplicar también suelen ser deficitarias.
A las personas con discalculia puede resultarles sumamente difícil o incluso imposible comprender los conceptos básicos de las operaciones aritméticas, signos matemáticos, símbolos numéricos, reglas aritméticas, decimales… por lo que su rendimiento en la asignatura de matemáticas se verá seriamente afectado.
Algunos de los síntomas pueden manifestarse desde la etapa de educación infantil, pero lo habitual es que las dificultades surjan durante los primeros cursos de la etapa de educación primaria, momento en que se inicia la instrucción formal en matemáticas.
¿En qué consiste la disortografía?
En el trastorno de la expresión escrita o disortografía, las habilidades del niño/a para escribir se encuentran sustancialmente por debajo de lo esperado para su edad, cociente intelectual y nivel de escolaridad (siempre evaluadas mediante pruebas normalizadas administradas individualmente o por evaluaciones funcionales de las habilidades para escribir).
Además, estas dificultades interfieren significativamente con el rendimiento académico o con las actividades de la vida cotidiana que requieren el uso de la escritura.
Esto significa que la disortografía no se identifica simplemente con un elevado número de faltas de ortografía al escribir o una mala caligrafía, sino que va mucho más allá, aunque ambos elementos suelen estar presentes. Es frecuente que aparezcan errores gramaticales, errores de puntuación en la elaboración de frases, pobre organización del texto o de los párrafos, así como una grafía o letra deficitaria (lo que podríamos llamar “mala letra”).
Los errores de ortografía que se cometen pueden ser bien errores de ortografía natural, bien errores de ortografía arbitraria. Los errores de ortografía natural se deben a diferencias fonéticas, es decir, en el sonido de las palabras, como, por ejemplo, escribir “arbigo” en vez de “abrigo” o “solidarida” en vez de “solidaridad”. Por su parte, los errores de ortografía arbitraria son aquellos que son correctos fonéticamente, es decir, la palabra suena igual que se escribe, pero carecen de algún fonema, como por ejemplo omitir la “h” o sustituir “b” por “v”.
La prevalencia de la disortografía en la población es relativamente difícil de precisar, pues en la mayoría de los casos suele ir asociado a otro trastorno del aprendizaje, como la dislexia o la discalculia, aunque se cree que la padecen entre el 2 y el 5% de la población.
Generalmente se detecta durante los primeros cursos de educación primaria, cuando las exigencias sobre la escritura comienzan a ser más elevadas, aunque en algunos casos puede no detectarse hasta etapas posteriores como la educación secundaria obligatoria o incluso la edad adulta.
¿Qué hago si sospecho que mi hijo/a tiene alguno de estos problemas?
Si tu hijo/a muestra dificultades importantes en la adquisición o comprensión de la escritura o cálculo y dichas dificultades están impidiendo que alcance los objetivos académicos o le limitan en su vida cotidiana, cabe la posibilidad de que presente alguno de estos trastornos.
Como psicólogos infantiles en Aranjuez te recomendamos que, ante la duda, lo mejor es que sea un profesional cualificado quien lo valore, con el fin de poder intervenir lo antes posible para facilitarle las herramientas necesarias que le permitan desarrollarse adecuadamente en los ámbitos escolar, personal y familiar. Puedes consultar con nosotras si lo deseas, te atenderemos encantadas y resolveremos todas tus dudas.
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