Un tic es un movimiento o sonido repetitivo, repentino e incontrolable. Los tics en niños suelen ser son comunes en y suelen aparecer o ir a peor cuando se está preocupado o ansioso. Casi el 24% de los niños pueden tener tics en algún momento de sus vidas. Normalmente no hay que preocuparse demasiado por ellos, pues desaparecerán con el tiempo.
Los tics pueden ser motores (movimientos corporales) o vocales (sonidos). A su vez, pueden ser simples o complejos. Los tics simples son aquellos que afectan a un solo grupo muscular o sonido y los complejos incluyen más de un grupo muscular o más de un sonido (incluso palabras).
Los tics más comunes son:
Tics Motores:
- Guiñar los ojos
- Fruncir la nariz
- Mover la cabeza
- Morder los labios
- Hacer muecas con la cara
- Encoger los hombros
- Dar una patada
- Dar palmas
- Saltar
- Oler objetos
- Imitar movimientos de otros
Tics Vocales
- Toser
- Aclararse la garganta
- Gruñir
- Inhalar (sorber los mocos)
- Silbar
- Repetir palabras o frases
- Hacer sonidos de animales
- Gritar
El estrés y la ansiedad están directamente relacionados con la aparición de tics. Como adultos estamos acostumbrados a lidiar con el estrés que se sufrimos a diario. Reconocemos estas situaciones y desarrollamos estrategias para superarlas, como hacer ejercicio, relajarnos o manejar los pensamientos que nos hacen sentir ansiedad.
Los niños, en cambio, no siempre son capaces de reconocer cuando una situación les va a causar estrés y no tienen las herramientas para manejar adecuadamente estos momentos. Por eso muestran la ansiedad con arrebatos físicos o emocionales. Estas “explosiones” a veces pueden darse en forma de tic.
Es importante entender que no se puede evitar conscientemente realizar un tic. Una vez que el niño empieza a pensar en él, contenerlo es tan difícil como contener un estornudo o un bostezo.
Existen diferentes tipos de trastornos relacionados con los tics. Los tics transitorios son los más comunes y son aquellos que duran menos de un año; normalmente aparecen despacio, duran de un par de semanas a un año, y luego desaparecen. Los tics crónicos son menos habituales y duran más de un año; suelen ser motores o vocales, pero no ambos. El Síndrome de Tourette es el trastorno de tics más raro. Las personas que lo sufren tienen varios tics motores y al menos uno vocal que se dan durante más de un año.
Los tics suelen generar sentimientos de vergüenza en los niños que los padecen y crearles inseguridades y ansiedad. Aunque no se pueden “curar” los tics, sí que podemos dar algunos pasos par minimizar su impacto.
- Lo primero es lo primero: llevar al niño al pediatra. Asegurémonos de que el movimiento que realiza el niño no tiene nada que ver con alguna molestia o problema médico.
- Ignorar los tics: cuanta más atención se le presta a un tic, más aparecerá. Lo mejor que pueden hacer, tanto los padres como el propio niño, es no centrar la atención en él. Aunque uno sea consciente de que está haciendo un tic, es mejor pensar en otra cosa. Concentrarte en ellos sólo logrará que se hagan más a menudo.
- El estrés o la ansiedad hacen que los tics se vuelvan peores, por lo que es importante enseñar a los niños a manejar esas emociones de forma consciente y constructiva. También prestar atención a qué causa estrés en la vida de los niños y ayudarles a enfrentarse a esas situaciones de la mejor manera posible.
- El cansancio aumenta los tics: asegurémonos de que el niño está durmiendo bien y descansa suficiente.
¿Cuándo debemos acudir al psicólogo?
Cuando los tics persisten más de un año o los movimientos repetitivos interfieren en las actividades del niño o le hacen sufrir, es bueno plantearse buscar la ayuda de un psicólogo infantil.
En general, los tics no son dañinos y la mayoría de ellos no son el resultado de un problema subyacente. Pero, a veces, nuestro hijo se enfrenta a más estrés del que creemos y nos cuesta ayudarle a lidiar con él. Para ello, un psicólogo puede enseñar, tanto a los padres como a los hijos, las mejores maneras de manejar las situaciones estresantes.
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