La psicología infantil ha confirmado que el desarrollo de una buena autoestima y de un autoconcepto positivo es muy importante para la felicidad de los niños. La autoestima es la manera en que nos sentimos y pensamos acerca de nosotros mismos y la forma en que nos comportamos influye en esa sensación.
Por ejemplo, un niño con una autoestima alta será capaz de:
- Actuar de forma independiente
- Asumir responsabilidades
- Sentirse orgulloso de sus logros
- Tolerar la frustración
- Enfrentarse a nuevas tareas y retos
- Manejar las emociones negativas
- Ofrecer ayuda a los demás
Por otro lado, los niños con baja autoestima tenderán a:
- Evitar probar cosas nuevas
- Sentirse menos queridos y valorados
- Culpar a otros de sus errores
- Tolerar muy bajos niveles de frustración
- No apreciar sus habilidades
- Ser fácilmente influenciados por otros
Los padres, más que ninguna otra persona, influimos en la autoestima de nuestros hijos. Aquí hay algunos consejos a tener en cuenta:
Cuando te sientas bien con tu hijo, házselo saber.
Los padres tendemos a expresar rápidamente las emociones negativas, pero nos cuesta más hacerlo con las positivas.
Si sólo les damos mensajes negativos, éstos son los que asociarán con ellos. Cuando les decimos a los niños que les queremos o que estamos muy contentos de verles, se sienten valorados y amados y eso refuerza la imagen que tienen de sí mismos.
Sé generoso con los elogios.
Usa lo que se llaman elogios descriptivos para que tu hijo sepa que ha hecho algo bien.
Cuando el niño realice una tarea satisfactoriamente, puedes decir “me encanta cómo has colocado tus juguetes”. Si muestra algún tipo de talento, házselo saber: “has tocado muy bien la flauta, se te da bien la música”.
También es positivo reforzar comportamientos sociales que nos gusten, por ejemplo si le ha dejado un juguete a otro niño o hace amigos con facilidad.
Cuando los niños nos escuchan darles mensajes positivos sobre sí mismos, los incorporan a su propio lenguaje interno. Esto hará que cuando piensen sobre ellos lo hagan de manera positiva y motivante. Lo que pensamos sobre nosotros mismos determina nuestra manera de comportarnos, así que es importante enseñar a los niños a hablarse de la mejor manera posible.
Evita las críticas que ridiculicen o avergüencen.
Es necesario regañar a los niños y, por supuesto hacer críticas a su comportamiento cuando no es el adecuado. Es bueno que los padres lo hagan para enseñar a sus hijos cómo comportarse. Pero cuando las críticas se hacen de forma personal pueden deteriorar fácilmente la autoestima del niño.
Por ejemplo, podemos decir: “Me gustaría que guardaras la ropa en el armario en vez de dejarla tirada en el suelo”; en lugar de: “¡Eres un vago! Mira cómo tienes la habitación, ¿es que no puedes hacer nada bien?”
Enseña al niño a cambiar las exigencias por preferencias.
Es necesario que los niños aprendan que no hay ningún motivo por el que tengan que conseguir todo lo que quieran y que no hace falta enfadarse si esto sucede. Es normal sentirse frustrado o irritado cuando no conseguimos lo que queremos, pero tenemos que aprender a manejar esas emociones para que nos permitan avanzar y resolver problemas.
Puedes animarles a pedir lo que quieren de forma educada, dejándoles claro que no existen garantías de que vayan a conseguirlo.
Anima a tu hijo a desarrollar hobbies e intereses que le gusten y que ayuden a mejorar su autonomía.
También es importante animarles a pensar en varias alternativas y opciones en vez de centrarse sólo en una actividad que les haga sentir bien. Un niño que sólo tiene un amigo y lo pierde, se queda sin amigos. Lo mismo sucede en otras áreas, como juegos a los que jugar o actividades que nos gusta hacer. Si sólo tenemos una opción, estamos limitando mucho nuestras posibilidades de estar satisfechos. Ayuda a tu hijo a darse cuenta de cuantas alternativas están disponibles a su alrededor
Ayuda al niño a aprender a centrarse en sus fortalezas.
Para ello debe señalarle lo que hace bien y reforzando esas conductas. No sirve de nada pensar todo el día en aquello que se nos da mal. Es mucho más útil centrarse en los aspectos positivos de las situaciones y de nosotros mismos.
Siempre viene bien reírte con tu hijo y animarle a reírse de sí mismo. Las personas que se toman a sí mismas demasiado en serio están disminuyendo su capacidad de disfrutar de la vida. El sentido del humor y la habilidad de tomarse las cosas de forma positiva son ingredientes importantes para incrementar la sensación de satisfacción.
Conclusión.
Es importante recordar que cómo los niños se enfrentan a las situaciones y cómo piensan y sienten sobre sí mismos son comportamientos aprendidos. No sólo lo aprenden de lo que les decimos, si no de la manera en que nos ven comportarnos a nosotros. Somos su principal modelo de conducta y está en nuestras manos mostrarles la mejor forma de sentirse bien consigo mismos.
Muy buen artículo!
Y muy buena iniciativa la página!
Gracias!!!
¡Muchas gracias Bárbara por comentar!Me alegra que te haya gustado, siempre se agradecen este tipo de comentarios. Un abrazo.