Es una pregunta que nos planteamos muchas veces. Y es que antes de acudir a terapia son muchos los miedos e ideas que nos abordan.
Por un lado nos planteamos el no estar lo suficientemente mal como para acudir. Una cosa está clara, si nos lo llevamos planteando tiempo, es que el problema continúa y no nos vemos con los suficientes recursos como para hacerle frente. Muchas veces es mejor venir en un principio, ya que el problema se podrá trabajar en una pocas sesiones que esperar y que este se instaure, ya que ahí es más difícil de controlar.
Otras veces nos castigamos porque consideramos que somos muy débiles al no poder hacer frente a lo que se nos plantea. El tener un problema psicológico no tiene que ver con la debilidad o no de la persona, sino con una serie de trastornos muy estudiados que todo el mundo podemos tener en un momento dado u otro de nuestra vida y de los que es muy complicado el salir solos.
También podemos considerar que el ir a un psicólogo es como el ir a hablar con un amigo. Nada más lejos de la realidad.
Sí que es verdad que hablamos con alguien, pero no con el objetivo de soltarlo y punto, sino de encontrar soluciones.
Un psicólogo es una persona que se ha formado en identificar y evaluar problemas y sobre el cómo trabajarlos. Se basa en en estudios y técnicas contrastadas, de manera que se pueda conseguir la mejoría de quien acude a consulta. Y todo ello apoyando y ayudando a la persona durante todo el proceso y con el objetivo de que en un momento dado pueda hacerlo solo.
Podemos acudir a un psicólogo porque hay situaciones de las que no podemos salir solos, problemas que no sabemos cómo afrontar. La solución más inteligente no pasa por ignorarlo o castigarnos por ello, sino en encontrar la manera de afrontarlo.
No es más valiente quien nunca ha tenido problemas, miedos o preocupaciones, sino quien, a pesar de ellos, ha sabido buscar recursos para hacerles frente y solucionarlos.
¿Te animas?